A modo de breve reseña histórica, podemos decir
que la flauta de tres agujeros está estrechamente
relacionada con el Syrinx monocálamus
griego, la Fístula latina o la Quesba
griega. La antigua flauta doble latina formada
por dos tubos individuales tocados a la vez uno
con cada mano sería también muy semejante, aún
se conocen casos, por ejemplo en Ibiza, de instrumentistas
que tocan con dos pitos a la vez. Con posterioridad,
la combinación flauta-tamboril era frecuente en
Europa en la Edad Media en manos de juglares,
como vemos en la siguiente foto, perteneciente
a las Cantigas de Santa María, de Alfonso X "El
Sabio", de mediados del S. XIII.
A finales del medievo y principios del Renacimiento,
es posible según García Matos que la flauta y
el tamboril se incorporase a las capillas cortesanas
y cuerpos de ministriles municipales. En la época
de Carlos V y posteriores, el tamborilero era
el que enseñaba las danzas y bailes en la corte,
teniendo puestos privilegiados entre los servidores.
Se puede afirmar que además, existían según Praetorius
al menos tres tipos de flauta de tres agujeros
para la música culta: discanto, tenor y bajo.
Por otro lado, existirían otros tamborileros de
menor clase social que eran los que prestaban
sus servicios a los municipios en sus actos sociales
(fiestas, procesiones, romerías...). Quizás de
estos últimos tamborileros populares proceda el
uso actual de la flauta y el tamboril en nuestras
zonas rurales. En la fotografía inferior podemos
ver una obra de Pedro de Berruguete con ángeles
músicos datada sobre 1480.
También en América desde el siglo XV la flauta
de tres agujeros sirvió para acompañar danzas
cortesanas y bailes al aire libre.
En Europa, la flauta y el tamboril eran empleados
en actuaciones ambulantes, torneos y acontecimientos
de la nobleza. Más tarde, en los siglos XVI y
XVII, serían utilizados fundamentalmente por las
clases populares para la danza, pues un solo ejecutante
podía tocar ambos instrumentos. Debajo podemos
ver un grabado inglés del siglo XVII con un intérprete
de flauta y tamboril (pipe and tabor) y un danzante
de "Morris dance".
Actualmente en Inglaterra se está recuperando
de nuevo la flauta y el tamboril (Pipe and Tabor)
para la música tradicional, pues en las primeras
décadas del Siglo XX solo quedaba un ejecutante
tradicional de "Whittle and Dub" en Oxfordshire.
Gracias a la labor de folkloristas e investigadores
como Kenworthy Schofield y Russell Wortley, se
logró llevar a cabo la recuperación del instrumento,
aprendiendo del modo de tocar del último "taborer",
Joseph Powell, en las primeras décadas del pasado
siglo.
En Francia, sigue siendo utilizada esta combinación
de instrumentos en Provenza y Gascuña, así como
en zonas pirenaicas sustituyendo en esta última
zona el tamboril por el salterio de cuerdas.
2.-DIFUSION ACTUAL DEL INSTRUMENTO
En la actualidad, las zonas de mayor extensión
de la flauta de tres agujeros son la franja oeste,
siguiendo la ruta de la Plata, desde León hasta
Huelva, y en Portugal desde Tras os Montes hasta
el Algarve y la zona Pirenaica Aragonesa y vasca,
además de la Isla de Ibiza. También se conocen
casos de recuperación del instrumento tras años
de olvido en Asturias y Guadalajara. El Txistu
vasco es sin duda el mas avanzado de la familia,
se fabrica de maderas duras como ébano o granadillo
con virolas y boquilla metálicas, los fabricantes
consiguen afinaciones casi perfectas y existe toda
una familia de tamaños y tonos que tocan en bandas
y agrupaciones de txistularis. Coexiste con la
txirula, más pequeña y próxima a los modelos antiguos,
hecha de maderas autóctonas y sin virolas, que
está teniendo un resurgimiento frente su hermano
mayor por los jóvenes músicos que buscan
nuevos sonidos. En la zona pirenaica de Aragón
pervive el chiflo, cuya principal característica
es que se suele forrar con piel de serpiente y
en vez de tambor se acompaña con el Chicotén,
o tambor de cuerdas, caja de madera alargada provista
de 6 cuerdas que se afinan de tres en tres y en
intervalo de cuartas o quintas, éstas se golpean
con una baqueta para llevar el ritmo. Este instrumento
fue conocido en otros lugares de la Península,
y parece ligado a celebraciones festivas en el
interior de los templos. Cuando éstas se trasladan
a zonas de exterior abiertas, el sonido del Chicotén
se aprecia menos, siendo más conveniente para
éstos casos el tambor. En Ibiza se conserva el
pito Ibicenco, fabricado con madera de adelfa,
que gracias a su médula blanda puede ser fácilmente
perforado. Se decora con piezas metálicas y lo
curioso es que según los instrumentistas emplean
la mano derecha , la izquierda, o ambas. También
en el ámbito insular, pero ya en las Islas Canarias,
podemos encontrar éste tipo de instrumento. Parece
ser que pudo llegar desde Andalucía, pues la flauta
y el tamboril son muy parecidos a los de Huelva.
Actualmente se utilizan para la danza de la festividad
de S. Pedro en Güímar, al sur de Tenerife, aunque
también se encuentran flautas similares en las
islas más occidentales.
En León Zamora y Tras os montes se suele fabricar
de madera de boj, sin virolas y torneando la zona
de la embocadura con dibujos ornamentales. La
Gaita Charra, de Salamanca, es aún muy utilizada
y cada vez cuenta con más instrumentistas jóvenes
que aprenden de los tamborileros más mayores.
Se fabrica de encina con virolas de cuerno de
vaca, la embocadura suele ser de madera o hueso
y se conocen muchas formas, modelos y tamaños,
quizás sea la zona, junto con Euzkadi, en que
más arraigo tiene en la actualidad éste instrumento.
Más al sur en Extremadura también se conservan
diversos tipos de gaitas. La gaita extremeña casi
ha desaparecido, debido al uso de gaitas charras
por parte de los tamborileros, pero gracias a
nuevos folcloristas y músicos está en proceso
de recuperación. En Huelva, durante la Romería
del Rocío, proliferan las gaitas rocieras, agudas
, de tubo muy fino, acompañadas de grandes tambores,
abren las procesiones y siguen las fiestas y romerías.
Suelen tener la boquilla protegida por una pieza
de cuerno. Lo curioso es que no se las ve el resto
del año, aunque cada vez más, van tomando la posición
de instrumento principal dentro del folclore de
esa zona de Andalucía. La flauta de tres agujeros
estaba muy extendida también por toda Galicia.
En lugares como Vigo, Noya (Coruña) y otros, hay
testimonios de la utilización de este instrumento
por desgracia extinguido hace varias generaciones
en esa zona de la península. En los años centrales
del siglo XX, con la Industrialización y la masiva
urbanización, la flauta de tres agujeros y el
tambor o chicotén sufrieron un proceso de declive
hasta casi su extinción, salvo en aquellas zonas
en que se tomo como 'Instrumento típico', como
les sucedió a muchos otros instrumentos y tradiciones.
Por suerte, la creciente sensibilización hacia
las culturas populares promueve su recuperación.
Cada vez hay más músicos profesionales o aficionados
que se acercan a éste instrumento, y parece que
incluso en lugares donde se daba por perdido,
comienza de nuevo a revitalizarse.